El congreso nacional de la Federación Española de Medicina del Deporte circunscribe los beneficios del kinesiotape a patologías musculoesqueléticas que cursan con dolor y limitación funcional.
El congreso nacional de la Federación Española de Medicina del Deporte, celebrado en La Coruña, prestó atención a una técnica muy popular en España: el kinesiotape o kinesio taping, un vendaje elástico que ejerce una estimulación sobre los receptores cutáneos para generar una respuesta refleja a nivel espinal. Surgió en Japón en los 80, llegó a España en el 2000 y durante los juegos olímpicos del 2008 recibió un gran espaldarazo cuando una empresa regaló 50.000 rollos de vendaje.
El método fue motivo de controversia en el congreso, con argumentos a favor, aportados por Fernando Ramos Gómez, coordinador del Servicio de Fisioterapia del Hospital Quirón de La Coruña, y en contra de Faustina Mª. Oliver Legaz, fisioterapeuta del Ayuntamiento murciano de Fuente Álamo.
Ninguno rechazó su utilización y coincidieron en que no sirve para todos los procesos musculoesqueléticos; también en que debe advertirse a los pacientes de que tiene limitaciones. «Se ha cometido el error técnico de presuponer que sirve para todo y no es así», comentó Ramos, quien circunscribió sus beneficios a patologías musculoesqueléticas que cursan con dolor y limitación funcional. «La patología traumática no es subsidiaria de esta técnica, por ejemplo».
La literatura no es concluyente y deja interrogantes por su novedad. Ramos aseguró que su capacidad analgésica está contrastada, que disminuye la limitación funcional e incluso que mejora la microcirculación linfática y de capilares. Hay estudios con nivel de evidencia 1 que muestran que reduce el dolor en tendinopatía aquílea, problemas mecánicos cervicales y dolor crónico lumbar. «Desde el punto de vista clínico funciona porque modifica la respuesta muscular debido a un mecanismo de acción reflejo». No obstante, no se ha verificado la mejora del rendimiento físico muscular.
Oliver recomendó usar el kinesiotape con precaución en función de la experiencia del profesional y dejando claras las limitaciones, y dejó constancia de que falta evidencia científica. También presentó varios estudios de los que se infiere, por ejemplo, que puede tener un efecto placebo sobre el aumento de la fuerza y sobre el dolor, que no mejora la propiocepción ni la estabilidad articular en el tobillo o que no corrige la posición articular.
Asimismo, se refirió a una tesis doctoral de la Universidad de Valencia que ha analizado 19 marcas y ha detectado diferencias estadísticamente significativas en las propiedades mecánicas del ventaje, lo que, según Oliver, indica que el método carece de una base científica potente. Igual sucede respecto a la elongación para aplicar el material, pues no existe consenso en los manuales: «Deja en mal lugar la técnica, ya que parece que cada profesional cuenta lo que va bien, como si fuera un recetario».